Los tesoros y el inicio del coleccionismo

Quien tiene un tesoro, tiene una colección. Históricamente, algunos autores sitúan el origen del coleccionismo en el Antiguo Oriente, donde se guardaban objetos de los enemigos vencidos. Estos tesoros no solamente suponían un testimonio de dominación, también era una honra al enemigo vencido y un reconocimiento, pues cuanto más grandioso era el enemigo, más importancia cobraba la victoria.

Sin embargo, los tesoros más conocidos son los de los griegos. Estos eran edificios que albergaban colecciones de objetos valiosos que se ofrecían a los dioses como parte de una celebración por una victoria militar. Estos objetos podían ser de oro, plata, bronce y otras materias preciosas. Los sacerdotes se encargaban de cuidar estas colecciones y llevar registros detallados de cada objeto y su donante. Esta información se ha conservado gracias a los archivos escritos en mármol que se encontraron en algunos templos. Si viajáis a Atenas os recomendamos esta excursión a Delfos para verlo de primera mano.

En el medievo existió algo semejante en las catedrales. Los tesoros catedralicios eran colecciones de objetos relevantes, como joyas, monedas, reliquias, libros y obras de arte. Estos objetos además podían ser utilizados en ceremonias religiosas. Su conservación dependía de la figura del tesorero, cuyas funciones han aparecido relatadas en los estatutos catedralicios. Como hemos podido observar en la mayoría de los casos había un sentimiento religioso en torno a ellos, de forma propiciatoria a modo de ofrenda. Por otro lado, también se les otorgaba a estos objetos un valor material que debía ser protegido y conservado.

En la imagen vemos el tesoro de la Mezquita Catedral de Córdoba, os recomendamos esta visita guiada donde podréis verlo en detalle.


Fotografías de Nunurix del Tesoro de los Atenienses en Delfos y del Tesoro Catedralicio de la Mezquita Catedral de Córdoba.

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