En el sur de Francia, a medio camino entre Perpiñán y Toulouse, creando un triángulo con Barcelona y Montpellier, se encuentra la ciudad de Carcassonne. Su emplazamiento, tan cercano a la frontera, sirvió como un punto clave de intercambios comerciales y una valiosa defensa a lo largo del tiempo.
En Carcassonne hay dos zonas bien diferenciadas: la ciudad que corresponde a la ciudadela fortificada y la Bastida de San Luis.
La ciudad alta, que dio el origen a toda la localidad, es la que llama más la atención al visitante por su «aire medieval» y por lo tanto, la más masificada. Aunque su origen es prerromano, las construcciones más antiguas que se conservan son de origen romano, la presencia de lo medieval le imprime identidad, pero la huella del siglo XIX, XX y XIX se hace muy presente. El paso del tiempo y su reconversión en espacio cultural y turístico, se hace notar por sus zonas musealizadas y por los numerosos locales comerciales que abundan en sus calles.
Y es que, pese a tener una larga historia como bastión militar y punto de encuentro la ciudad alta, desde mediados del siglo XVII la actividad militar se redujo. Poco a poco, las fortificaciones entraron en desuso, con su posterior abandono y consecuente deterioro. Tal fue su decrepitud, que el estado francés consideró seriamente derruir sus murallas. Afortunadamente, surgió un movimiento totalmente opuesto promovido por el historiador Jean-Pierre Cros-Mayrevieille y el escritor Prosper Mérimée para preservar la fortaleza como monumento histórico. Todos sus esfuerzos se materializaron en la redacción de un decreto oficial en el 1849 y ese mismo año se le encargó al arquitecto Eugène Viollet le Duc el proyecto de renovación de la ciudad alta.
Con motivo del 20 aniversario de la inscripción de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, sus muros han sido intervenidos por un artista contemporáneo. Una serie de círculos concéntricos que parecen agregados a las fotografías aparecieron en la ciudad de Carcassonne. El artista encargado de esta intervención es Ticino Felice Varini, de origen suizo, quién diseño unos enormes círculos concéntricos amarillos que solo pueden contemplarse en su plenitud colocándose frente a ellos. Bajo el título «Círculos concéntricos excéntricos» esta obra podrá verse hasta septiembre de 2018.
Rincones de Carccassone
En la Ciudadela
También conocida como la Cité, se trata de un conjunto urbano y arquitectónico fortificado, situado en una colina en la orilla derecha del río Aude. Se encuentra protegida por 3 kilómetros de dobles murallas un total de 52 torres, dando buena cuenta de la magnitud del conjunto. Conserva el trazado medieval de sus calles, así que venid dispuestos a perderos por el laberinto de sus calles o provistos de un buen mapa (o Google Maps). Entre su amplia oferta de restaurantes y cafeterías para turistas que se dispersan en su interior, también se pueden encontrar rincones donde tomar algo con cierto encanto.
Castillo: Se encuentra adosado a las murallas exteriores de la Ciudadela. Fue construido por los vizcondes de Trancavel y en el siglo XIII pasó a manos de la corona francesa. Se trata de una fortaleza en el interior de otra fortaleza que es la ciudadela, algo que habla muy bien de su carácter defensivo. A la hora de visitar el recinto hay dos rutas complementarias que te sacarán del castillo y tendrás que volver a entrar para visitar la ruta restante (así que no tires tu entrada). Lo que fueron las habitaciones del castillo se han convertido en unas completísimas salas de exposiciones donde podrás ver obras de arte de la zona, audiovisuales (también en español), maquetas y cartelas que te ayudarán a comprender a la perfección la historia de Carcassonne. Así que os recomendamos que sea el castillo lo primero que visitéis, así podréis disfrutar al máximo vuestra experiencia.
Basílica de Saint-Nazaire: Fue la primera catedral de Carcassonne y consagrada como tal por el Papa Urbano II. Se edificó sobre una iglesia carolingia precedente en el siglo XII siguiendo el estilo del Románico, al que se le incorporaron numerosos elementos propios del Gótico, fruto del desarrollo natural de su construcción y la evolución del gusto. El carácter gótico de la edificación fue potenciado en el siglo XIX por Violet le Duc, quién llenó su interior y exterior de agujas, gárgolas y balaustres.
En ese mismo siglo XIX perdió título de catedral en favor de la Iglesia de Saint-Michel, situada en la parte baja de la ciudad.
Es uno de los lugares que no hay que perderse de Carcassonne, además ocasionalmente puedes escuchar música en directo, que os ayudará a disfrutar de la visita.
En la Bastida de San Luis
También conocida como Ciudad Nueva, se sitúa entre el canal del Midi y la Ciudadela. Aunque no tiene tanta fama como Ciudadela, también es un buen lugar para perderse, aunque su trazado en cuadricula os hará tener una mejor orientación. Su origen se remonta al siglo XIII, cuando el monarca frances conocido como San Luis construyó este nuevo espacio urbano en torno a la plaza Carnot. Si bien en la ciudad alta la presencia de «lo medieval» destaca por encima de todo, en este espacio la huella del siglo XIX tomará especial protagonismo.
La Catedral de San Miguel: fue construida a mediados del siglo XIII por orden de Luis IX, pero no fue hasta el siglo XIX cuando tomó el relevo como catedral de la Basílica de Saint-Nazaire. A su originario estilo gótico, de nuevo el arquitecto Violet le Duc, dejó su impronta adaptando el edificio a sus nuevas funciones administrativas como catedral.
Iglesia de San Vicente: este edificio cuenta con una construcción más tardía de las anteriormente citadas, en el siglo XIV y fue utilizada como fábrica de armas durante la Revolución Francesa, lo que propició su posterior restauración.
Bien merece una vusita…